Para entender cómo funcionan los pararrayos debemos tener claro que es un rayo; un rayo es una descarga electroestática natural.
Por lo anterior, al caer el rayo, la electrostática va buscando los lugares por donde fácilmente puede conducirse, y estos en general son cualquier elemento con forma vertical como árboles o edificios.
Los pararrayos, hablando un poco de su origen, fue inventado por Benjamín Franklin en 1753 teniendo como función principal atraer los rayos para evitar que caigan en lugares donde signifiquen un riesgo.
Básicamente, los pararrayos son equipos fundamentales para la seguridad estructural de las edificaciones, actuando también indirectamente en la protección de las personas.
Construidos por una antena metálica que termina en forma de punta, donde se encuentra una esfera de cobre o platino.
Lo anterior es unido a una barra vertical, unida a un cable conductor en tierra que dirige la descarga hacia el suelo, este cable neutraliza el poder destructivo de los rayos gracias a que permite una polarización de las cargas eléctricas.
Estos equipos son reglamentados por normas técnicas que, se encargan de la calidad de los materiales empleados en una instalación, una de estas normas reglamentarias prohíbe el uso de metales ferrosos galvanizados electrolíticamente.
En casos de ambientes agresivos, se exige el uso de metales nobles como el aluminio y elementos ferrosos; uno de los metales más utilizados es el cobre, por ser durable y susceptible a la humedad garantizando una conductividad fluida del rayo.
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